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Ovz Architecture 2012 ::: By Go Andrade

El regreso de las fantasías futuristas

Cuando en 1989, Francis Fukuyama decretó "el fin de la historia", planteó la muerte de las utopías esenciales de la modernidad. Puso de manifiesto ese desencuentro entre ideologías y realidad, que derrumbaba la ilimitada fe en el progreso. Una convicción que en la arquitectura expresaron los futuristas de principio de siglo XX o el grupo Archigram en los 60. Sin embargo, la era digital fomentó un nuevo movimiento de arquitectos que recuperan el valor de la utopía y defienden los sueños futuristas que sí se concretaron. Una evidencia de esto es la exposición "Ciudad del futuro: experimento y utopía en la arquitectura 1956-2006", que se celebra en Londres. Ahí las ciudades deconstruídas de Zaha Hadid, la Terminal de Yokohama diseñada por Foreign Office Architects (FOA) o el Museo Guggenheim de Frank Gehry retoman el camino de los inflables de Archigram y la Villa Rosa de Coop Himmelblau. Y fortalecen las fantasías de edificios granjas o una torre biónica para Hong Kong de 300 pisos y con capacidad para cien mil personas.

Las utopías cumplidas.
La nueva razón utópica rescata de la historia las visiones que se hicieron realidad. El sueño de las grandes metrópolis para millones de personas dominadas por las torres se ha cumplido. Esa fascinación por la escala, los nuevos materiales y la velocidad de construcción viene de antes de la Primera Guerra, cuando los arquitectos futuristas dibujaron imágenes de un mundo de edificios de metal. En 1928, Buckminster Fuller imaginó una serie de edificios en altura que se elevaban como dardos sobre la corteza terrestre. Se trataba de inmensas torres de habitación de un material ligero y resistente, que se ensamblaban en fábricas y se transportaban en dirigible, para ser lanzadas dentro de cráteres abiertos por el impacto de una bomba que el mismo dirigible arrojaría previamente. Así podía construirse toda una ciudad.

Le Corbusier también propuso torres para millones de habitantes y, en 1939, Norman Bel Geddes construyó una maqueta de Futurama, la ciudad de la movilidad. Eran tiempos en los que lo antiguo fue una mala palabra. Los planes urbanos y arquitectónicos se planteaban acabar con todo lo viejo. La exposición en Londres recorre la historia y presenta un modelo de la Nueva Babilonia de Constant Nieuwenhuys, la ciudad global a escala planetaria concebida en 1956, y la ciudad del futuro pensada por Rem Koolhaas en 1972. La fiebre espacial de los 60 proyectó una vida similar a la de "los supersónicos" con construcciones de plástico y viviendas en cápsulas flotantes que nunca se concretaron. Pero fortaleció las utopías de las nuevas formas y materiales, que se cumplieron con los primeros exponentes de la corriente high tech: el Pompidou de París y el Lloyds Bank de Londres. Y, desde allí, se expandieron con símbolos como el Museo Kunsthaus de Peter Cook o el Phaeno Center de Zaha Hadid.
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